Una variedad de gran rusticidad, capaz de soportar todo tipo de limitaciones en el suelo, que nos ha venido acompañando por generaciones como variedad minoritaria dispersa en distintos enclaves cordobeses, y que estaba avocada a desaparecer.
Gracias a la colaboración de Rafael Vera, sacamos de nuevo a la vida este varietal, con la potencialidad de ser un olivo muy ornamentall por su porte llorón, y por otro lado con la esperanza de ser adoptada por algún proyecto oleícola especial, pues la calidad de su aceite es bastante destacada y diferenciada.
Larga vida a la variedad Chorrúo de Castro del Río.